Javier Barbado. Madrid
El Dr. Juan José Gómez , especialista de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) del Corazón del Hospital Clínico de Málaga, ha sugerido que Atención Primaria y Especializada compartan indicadores de calidad y funcionamiento y que primen los que califica como “duros”, caso de la mortalidad o el número de reingresos, frente a los que contienen un marcado carácter económico como último fin.
Juan José Gómez Doblas, de la Unidad de Gestión Clínica del Corazón del Hospital Clínico de Málaga.
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Este experto ha participado en una jornada sobre gestión clínica de la enfermedad cardiovascular, que ha patrocinado la compañía farmacéutica MSD y en la que han colaborado la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa) y la Escuela Nacional de Sanidad (Instituto de Salud Carlos III).
Desde su punto de vista, los gestores sanitarios no pueden anteponer criterios en los que la finalidad resida en el ahorro económico a aquellos otros que, de forma inmediata y palpable, encaminan su aplicación a la mejora de la eficacia clínica. En su opinión, estas discrepancias sobre qué es prioritario resultan notorias en las unidades de gestión clínica mixta, que tratan de trabar nexos entre el primer nivel asistencial y los hospitales. Para este especialista, el indicador sanitario procede de una línea o mapa estratégico que se inspira en el funcionamiento de la empresa privada, que “solo busca beneficios”. En cambio, “en un hospital público ese beneficio no debería ser economicista, sino de eficacia clínica”. “A menudo hemos pasado a que sea el indicador, en lugar del paciente, el centro del sistema sanitario”, sentenció.
Estratificación y nuevos modelos
Por otra parte, Carlos Sola, especialista de Asistencia Sanitaria del País Vasco, expuso la aplicación en esta comunidad autónomas del Adjusted Clinical Group (ACG) como modelo de predicción de riesgo. Para Sola, no cabe duda de que en Atención Primaria “las necesidades del paciente no se ajustan de manera estricta a los cuidados asistenciales establecidos; de ahí que urja reenfocar el modelo”, aseveró. Recomendó el uso de las guías de práctica clínica pero alertó, al mismo tiempo, de que las existentes no suelen dirigirse al anciano polimedicado con cuadro de comorbilidad, por desgracia predominante, y planteó, en consecuencia, “dirigirse a segmentos de la población en función de sus necesidades”.
Por último, María Luz Marqués, de la Gerencia de Área Sanitaria Uribe Costa, en el País Vasco, presentó el modelo de asistencia al crónico que su equipo ha desarrollado y del que aún no se han obtenido resultados definitivos aunque, en compensación, ofreció sus predicciones al auditorio. Bautizado como Batera Zainduz (“que en mi tierra significa ‘Compartiendo Cuidados”), el sistema se inspira en las directrices del Chronic Care Model estadounidense del año 2000 y aspira a reducir la tasa de frecuentación de las consultas externas, de las hospitalizaciones por cada 1.000 habitantes e incluso del uso de las urgencias hospitalarias.
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